poludio

poludio

26.10.08

saltando de blog en blog es común dar con alguien que vaticina la muerte de algo. leí los argumentos que aseguran la muerte de la historia, la muerte de las ideologías, la muerte del capitalismo, la muerte del libro; ayer un periodista de wired anunció la muerte del blog a manos de YouTube, Flickr y Facebook. Hoy en el obituario del periodista del Maipo, el editorialista fantasma anotó -republicó- una nueva partida de defunción "la muerte de los soportes tradicionales analógicos". el blog parece ser el lugar preferido para anunciar la muerte de los elementos y otras patrañas de cuño retórico. sí, bwana. larga vida a todos tus muertos.

lo que dijo la conductora

"Un conjunto de ciudadanos empujados al consumo se convierte rápidamente en una sociedad empujada al robo y al crimen. En cada cosa que compran, compran también la posibilidad de que la roben. El robo es un derecho inalienable adquirido con cada cosa que compran. Lo que se puede robar también se puede comprar. Si no tienen dinero para comprar lo pueden robar a punta de cuchillo. Pero por más dinero que compren con cuchillos, nunca podrán robar lo que no está a la venta. Mientras el dinero sea la cualidad de los ricos, el cuchillo no debería ser materia censurable para los pobres. El dinero multiplica los cuchillos. Hoy en Olivos al contador Juan Carlos Pérez le robaron la vida y la notebook. Pero al contador no lo mataron, el contador se suicidó. El robo no existe, las cosas cambian de lugar: de lugar en el que no se necesitan a otro en que sí se necesitan. Ahora vamos al informe. No. mejor veamos la nota, buenas noches Josecito". Josesito transmite desde el lugar de los hechos. Solange la viuda, sus hijas y los vecinos están consternados.

19.10.08

robar cable es delito

se robaron las tapas de alcantarillado. los cables eléctricos y de teléfono. los medidores. la electricidad. los postes metálicos de señaléticas de calles. se robaron las tapas metálicas de los desagües. se robaron hasta las mociones de Cámara que tipificaban esos delitos. se robaron las tuercas antirrobo. las llantas. las ganzúas. se robaron los medidores. se robaron los transformadores, los rectificadores. se robaron los restos de Kurt Cobain. se robaron los techos de las paradas de Retiro. se robaron un ladrón muerto. se robaron millones. se robaron monedas de baja denominación. se robaron piezas arqueológicas. se robaron el sable corvo de San Martín, el reloj de Belgrano, las manos de Perón. se robaron quince palmeras de una avenida. diez mil celulares por día. se robaron el grito de Munch. las placas de los monumentos. los picaportes de bronce, los vidrios de las ventanas. los riñones de los transeúntes. se robaron 14 localizadores GPS y se olvidaron de apagarlos. el clásico del domingo se robó la atención de las parcialidades de pungas. se robaron los bancos de las plazas y los besos robados. se robaron el agua de una laguna. se robaron camiones de caudales, vacas para morfar, mascotas para pedir rescate. se robaron un bebé en el Santojanni. Macri dice que los cartoneros se roban la basura. se robaron 27 picassos. un 25 y puso la denuncia. se robaron un cráneo para fumar marihuana. las toallas de los hoteles, los ceniceros de los restaurantes. se robaron una avioneta. se robaron un meteorito. las alhajas. se robaron una peluca. a punta de pistolas robaron en la tienda: prendas y la virginidad de la tendera. los espejos se robaron el alma, menos mal. se robaron el felpudo “yo lo encontré tirado”. me robaron: la billetera, el reloj, las zapatillas. la ropa colgada en la terraza. a un amigo le robaron una, dos, tres novias. se robaron dientes de oro. flores en los jardines de Quilmes. se robaron las voces que parlamentaban en silencio. los sonidos de la naturaleza intemporal. se robaron todo.

entonces si el robo es la quintaesencia de cada cosa, porque a la gente le gusta llevarse las cosas a la casa, acumular es hacer acopio, ya no de cosas sino de una serie interminable de robos. cuando alguien me cuenta que asaltaron una fábrica donde se produce el robo en serie, es decir, el bien robado ajeno sin solución de continuidad o hay una falla en la cadena productiva de robos, me siento indiferente como espina de arenque.

¿no sería trabajo social del escribiente, en días de ocio, o ahora, en esta precisa centésima destemplada de tiempo, comunicarle a conocidos, amigos y sus pares (mala gente de verdad) –de forma entretenida, pedagógica– que el robo no existe; o sugerir entre racionalidades punitivas de amigos, conocidos y sus pares (mala gente de verdad), siempre ansiosos por penalizar la pobreza, una remota posibilidad de que ese robo no exista verdaderamente, y que las cosas únicamente cambien de lugar: de un lugar en el que no se necesitan a un lugar en el que sí se necesitan?

en los noventas no se podía escribir la palabra desaparecidos sin obtener a cambio un meritorio premio literario. no estaba mal que así fuera. los capitanes de la industria del robo primero matan a los que piensan. con el tiempo nos preguntan qué pensamos y llaman a eso democracia. naturalmente no pensamos nada. qué vamos a pensar, tenemos el cerebro frito y azucarado; nos robaron el pensamiento, el órgano con el que pensábamos.

11.10.08

acero de carne y hueso

Peine del Viento

Viajé de Bilbao a San Sebastián y el gran motivo de felicidad era conocer el Peine del Viento.

Qué genial. Soy fanático religioso de Eduardo Chillida desde el día en que mi madre me arrastró a una retrospectiva del donostiarra en el Museo de Bellas Artes y que hoy recuerdo una letanía sin ton ni son: la muestra de “piolines y papelitos”.

Detalle: cada una de las piezas de diez toneladas de peso y 215 x 177 x 185 centímetros que integran el conjunto de tres esculturas del Peine del Viento, está formada por cuatro gruesas barras de acero de sección cuadrada que emergen de un tronco común enraizado en la roca. Una de las barras describe una curva en el aire y traza una paralela con el tronco común, antes de volver a incrustarse en la roca. Los otros tres brazos se retuercen a modo de garfios atrapando el espacio en su interior.

Caminé por el lugar, hice algunas observaciones y éste es mi aporte a la confusión general.

Chillida acusa la instalación del Peine del Viento en el promontorio rocoso del final de la playa de Ondarreta y la revelación del título de la obra, al viento del sur que estrella con violencia las olas contra las rocas de la bahía. "El mar tiene que entrar en San Sebastián ya peinado", decía.

Pero probablemente ni siquiera el propio Chillida supiera que la geología nominal de la obra, le fue sugerida por la observación de unas vetas que rastrillan delicadamente las últimas faldas del Igeldo y que ahora yo apelando al maniqueísmo más ominoso y relamido podría denominar la Peineta de la falda del Igeldo, por las que el artista tuvo que pasar obligadamente en sus paseos de la infancia, y luego no menos obligadamente en la juventud cuando iba a revolver su pensamiento frente el mar.

Es decir, susceptible al influjo de ese pensamiento, la escultura pública y abstracta más salvaje de Chillida ya estaba ahí antes de que él la creara. Y tiene que ser considerada la más perfecta intervención de la naturaleza en una obra de arte, a la vez que el ejemplo de land art más crispador de la indocilidad de esa naturaleza. Los dedos de acero crecen de la roca como crecía el tronco -ya seco- en el escollo del olivo (Palmi).

"Mi escultura es la solución a una ecuación que, en lugar de números, tiene elementos: el mar, el viento, los acantilados, el horizonte y la luz. Las formas de acero se mezclan con las fuerzas de la naturaleza, dialogan con ellas, son preguntas y afirmaciones. Quizás están ahí para simbolizar a los vascos y a su país".

La firmeza atemporal que irradia su obra la convierte en incesante objeto de conocimiento de hombres enamorados, hombres locos, hombres solitarios y arruinados por la vida, que desde hipotéticas edades de oro peregrinan a postrarse frente al mar en busca de respuesta. Ahí, en el acantilado que clausura la Bahía de la Concha, el Peine del Viento se interpone entre el hombre que sufre y el mar, expandiendo el horizonte lúcido de su existencia.


Peineta de la falda del Igeldo

Escollo del olivo