poludio

poludio

15.11.12

el prólogo del poema

Cada media Hora Williams Burro se somete a una inspección ocular. Se hace preguntas. Se combate a sí mismo. Sabotea respuestas rubricadas desde su organismo. ¿Por qué mi mayor ambición está en ser odiado.? ¿Por qué sólo busco la cercanía y aprobación de quienes me repelen? ¿Voy a enrarecer toda amistad y convertirme en lo que más desprecio porque nada me resulta más irrelevante que una aceptación benévola? ¿Pueden ser tan boludos como para querer a alguien como yo?


Después escribe.


al final un silencio bastante convincente muerde el ladrido de un perro cuando el camión gasolero remolca la pendiente de mi cuadra y toda la sinfonía canina de bolsas negras tres disparos refuerzan el silencio que interrumpió otro disparo lejos la ruta murmura sin sobresaltos los autos flotan sobre la avenida y más cerca el último colectivo frena en todas las esquinas esta noche ningún borracho gritará desde los calabozos de la comisaría que lo quieren quemar con agua caliente una motito de delivery el motor destartalado de un volkswagen 1500 un pendejo que hace saltar a patadas las alarmas de los autos y los tacos de mi vecina en el pasillo y los estertores de la heladera que se incorpora y los últimos ladridos lejanos se van apagando con un bocinazo aún más lejano la tenue luz en silencio el crujir de los árboles con el viento y el último silencio interrumpido por un pájaro de la arboleda que canta a deshora cuando por entre las vértebras de las ventanas comienzan a desnudarse humanas musiquitas y un hábito inédito me adormece mientras suben las guillotinas de las persianas que la noche decapita