poludio

poludio

6.3.15

XXVI
Lo hice cagar porque me tenía podrido.
Mientras lo increpaba lo machacaba intentó huir.
Lo perseguí con el mayor sigilo
y disparé diez veces con potente optimismo.
Sin dudar
fiel a mis ideas radicales
le descerrajé otros diez corchazos en la croqueta.
Después me puse a  tocar el aro
con que sujetan las duelas de las cubas
las comportas los pipotes etc.
Pero el violoncello sólo emitía grageítas gelatinosas.
Me quería matar
yo era imprescindible para mí mismo
y cuando caía en la desesperación
empezaba a valorar
ciertas obras de arte que no comprendo.
Finalmente fui a por el abogado de las partes.
La puerta estaba flanqueada por dos
Lagartijas estándar.
El tano había sido liberado
en varios pedazos.
Teníamos hambre.
Cada uno de nosotros se llevó una pieza
para la cena.