poludio

poludio

25.2.15

XVII
En la vieja arenera de San Isidro
di con algo que cambió el curso de la conversación.
Era la complexión vital de una forma
transformada
¿Por el agua o por el fuego? ...
La exaltación del rojo por el verde de los pastizales
y sobre todo su componente agreste
con un ingrediente de crueldad
nos llevó a racionalizar poéticamente
sobre su origen.
Era un pedazo de plástico del tamaño de una víscera
del color de una víscera.
Al alzarlo
me di cuenta que era un macizo conglomerado
de pequeñas formas fundidas por el calor.
Al girarla en las manos vi que era de una vitalidad inagotable.
Era más que un pedazo de basura
arrastrada por la corriente del río.
Lo metí en el bolsillo de la campera y emprendimos la vuelta.
Lo observamos meticulosamente en el tren.
Pasé los dedos por todas las circunvoluciones de su musculatura.
Todavía tenía arena de río en los pliegues.
Pastizales-río-arena.
Fantaseamos con la corriente ancestral del Río de la Plata.
Pero en seguida advertimos que sólo en lo filosófico y especulativo
predomina el mito a expensas del componente histórico
y humano.
Con la mitad del territorio cubierto por las aguas y la otra por el fuego
el concepto de transformación
era el más valido para explicar su esencia
para reducir su ser a un común denominador.
Dicho de otro modo
si cargo ese objeto de sentido
¿en qué nos estaremos transformando?